Jóvenes
Desde el momento en que los bolcheviques tomaron el poder, buscaron formar a las nuevas generaciones. En 1918, fundaron la Liga de Jóvenes Comunistas (Komsomol) dirigida a los jóvenes adultos. En 1922, establecieron la organización infantil de los Pioneros. Ambos programas adoctrinaban en los valores de la revolución. Pero esta política centrada en la juventud tuvo que enfrentarse a una serie de obstáculos. El caos de la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil Rusa, el hambre y las penurias dejaron a cuatro millones y medio de jóvenes sin familia y sin un refugio. Aunque el estado proporcionaba casas donde vivir, muchos jóvenes, víctimas de la situación, recorrían las calles y pertenecían a bandas criminales. [Continúa en la parte inferior de la página]
Desde el momento en que los bolcheviques tomaron el poder, buscaron formar a las nuevas generaciones. En 1918, fundaron la Liga de Jóvenes Comunistas (Komsomol) dirigida a los jóvenes adultos. En 1922, establecieron la organización infantil de los Pioneros. Ambos programas adoctrinaban en los valores de la revolución. Pero esta política centrada en la juventud tuvo que enfrentarse a una serie de obstáculos. El caos de la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil Rusa, el hambre y las penurias dejaron a cuatro millones y medio de jóvenes sin familia y sin un refugio. Aunque el estado proporcionaba casas donde vivir, muchos jóvenes, víctimas de la situación, recorrían las calles y pertenecían a bandas criminales. [Continúa en la parte inferior de la página]
A medida que la Nueva Política Económica (NEP por sus siglas en ruso) iba creando estabilidad social, el Comisariado del Pueblo para la Educación experimentaba con nuevas formas de enseñanza, radicales y progresistas. Asimismo, este Comisariado comenzó una campaña a largo plazo contra el analfabetismo de la población adulta, y animó a los jóvenes a participar en esta iniciativa.
Durante la Guerra Civil Rusa, los idealistas se unieron al Komsomol para servir en el Ejército Rojo y llevar a cabo diferentes servicios considerados indispensables, creando así un modelo de trabajo basado en el sacrificio personal, y una cultura austera y masculina. El Komsomol estaba destinado a guiar a la siguiente generación hacia el comunismo y alejarla de las tentaciones de la sociedad capitalista. A pesar de ya tener 2 millones de miembros en 1927 -una cantidad que incluía la mitad de los jóvenes de la clase obrera, mientras que de origen campesino sólo había logrado atraer al 6 por ciento de los jóvenes, la organización no lograba llegar a un número suficiente de miembros. A partir de 1928, el Komsomol apeló a su tradición activista como manera de dar una nueva dirección a la organización y atraer a diferentes sectores de la juventud. Participado de buen grado en la campaña del partido para la industrialización del país, sus miembros participaron en los planes económicos y las campañas gubernamentales más importantes, inclusive la violenta colectivización del campo.
A mediados de la década de los años 30 del siglo XX, la política educativa comenzó a favorecer métodos más tradicionales, dejando a un lado los métodos experimentales de los años 20. A través de las competiciones deportivas organizadas por el gobierno, a los jóvenes se les educó en temas de salud, bienestar y camaradería, al mismo tiempo que se incorporaba un currículo de entrenamiento militar a los programas nacionales de educación física. La propaganda de las décadas de los años 30 y 40 alababa a Stalin por ser el creador de una infancia feliz y fructífera. Aunque un buen número de familias sufrió enormemente las consecuencias de la represión política durante los terribles años del Gran Terror de Stalin, un gran número de jóvenes se beneficiaron del sistema durante ese mismo periodo de tiempo, y emergieron como una generación mejor alimentada, mejor formada, y más comprometida con el comunismo que las generaciones anteriores. Incluso la inminente guerra con Alemania no interrumpió sus rigurosos estudios y formación enfocados en el logro de futuros éxitos. Aquellos que habían ganado sus galones en las campañas de industrialización o que habían salido del sistema educativo estatal fueron la base de la columna vertebral del esfuerzo bélico. Las proezas de los jóvenes en la guerra, tanto en el campo de batalla como en el frente doméstico, marcaron la diferencia con las generaciones posteriores.
El conservadurismo en los planes de estudio se impuso, de manera estricta, tras la guerra. Tras separar a los chicos y chicas, y ponerlos en clases diferentes, las autoridades establecieron unos estándares curriculares convencionales, estándares completamente opuestos a las clases mixtas y las innovaciones educativas de los años 20. El modelo perfecto consistía en una juventud organizada, obediente y bien disciplinada que crecía para convertirse en un leal miembro de una sociedad bajo el control del estado. El programa resultante reflejó los temores de las autoridades de una ruptura con la generación de la postguerra, y también precisó su idea de vida cotidiana. Los jóvenes que habían sido demasiado pequeños para servir en la guerra parecían estar muy alejados de aquellos que eran unos años mayores. Aunque compuesto de un pequeño grupo de jóvenes nacidos entre la élite del partido, el stilyagi, o “fanáticos de la moda”, provocaron una alarma moral. No sólo desafiaban las normas sociales, sino que también copiaban la moda de las películas occidentales mediante la adquisición de vestidos y trajes de vivos colores, y la creación de una manera de hablar única y particular. Mientras que estos jóvenes representaban tan sólo una minoría, fueron los primeros de una serie de movimientos de contracultura en la postguerra, que más adelante incluirían poetas, disidentes y rockeros.
La política oficial dirigida a los jóvenes gozó de una mayor libertad bajo Nikita Khrushchev. Las reformas del sistema educativo eliminaron algunos de los aspectos más conservadores y represivos de la era Stalin. Aun así, Khrushchev impuso que todos los jóvenes recibieran una formación profesional y laboral, incluso aquellos destinados a recibir una educación superior; esta imposición venía como resultado del temor que la juventud elitista de la tierra del proletariado no apreciara el trabajo físico. Desde finales de la década de los años 50, la Unión Soviética, con cautela, abrió sus puertas a la cultura juvenil extranjera. En 1957, Moscú fue la sede del Festival Internacional de la Juventud, la cual atrajo delegaciones de todo el mundo que introdujeron nuevas ideas, nuevos estilos de ropa, mientras surgían relaciones románticas entre jóvenes de diferentes naciones. A pesar de la gran apertura del momento, los discos de rock continuaron siendo clandestinos. Durante este mismo periodo, Khrushchev intentó resucitar la militancia de los jóvenes al estilo de los años 30, haciendo que miembros del Komsomol llevaran a cabo proyectos extraordinarios mientras proclamaban “el Código Moral de los Creadores del Comunismo”. Esta serie de reglas invitaba a la honestidad, la mejora personal y el espíritu colectivo, todo lo necesario para asegurarse que los jóvenes de 1960 estuvieran bien preparados para ser los líderes de la sociedad que el futuro comunista prometía para 1980. De hecho, quizá sea ésta la última ráfaga idealista. En la década de los años 60, ser miembro de los Pioneros y del Komsomol era obligatorio y automático, en vez de ser un honor que debía ganarse. En los años 80, la mayor parte de la juventud se encontraba poco interesada en el currículo oficial y las verdades ideológicas comunistas, y comenzó a buscar sus propias respuestas. Después de que las reformas de Mikhail Gorbachov dieran la vuelta a antiguas convicciones, el camino hacia el poder ya no se dirigía hacia la jerarquía del Partido Comunista. Jóvenes dirigentes del Komsomol, bien conectados y con ambición, se encontraron en el lugar y momento ideal para aprovechar las oportunidades de la emergente economía de mercado. De hecho, algunos de los poderosos oligarcas de la Rusia postsoviética, y de otras antiguas repúblicas soviéticas, eran líderes del Komsomol en el periodo anterior a 1991. Muy alejado del comunismo de vanguardia, la organización Komsomol se convirtió en una punta de lanza de la entrada del capitalismo.
Lecturas recomendadas y referencias
Jeffrey Brooks, Thank You, Comrade Stalin! Soviet Public Culture from Revolution to Cold War (Princeton University Press, 2000).
Juliane Furst, Stalin's Last Generation: Soviet Post-War Youth and the Emergence of Mature Socialism (Oxford University Press, 2010).
Playing Soviet: The Visual Languages of Early Soviet Children's Books, 1917--1953 http://commons.princeton.edu/soviet/.
Donald J. Raleigh, Soviet Baby Boomers: An Oral History of Russia's Cold War Generation (Oxford University Press, 2011).