Mujeres
En 1917, cuando ocupaba el puesto de Comisaria del Pueblo para el Bienestar Social en el gobierno revolucionario de la Rusia soviética, Aleksandra Kollontai se convirtió en la primera mujer que ejercía como ministra de un gobierno. Su cargo demostró cómo la Unión Soviética ofrecía a las mujeres disfrutar de libertades sin igual. De hecho, el nuevo estado soviético simplificó el matrimonio, permitió el divorcio, y se convirtió en el primer país en legalizar el aborto. Aun así, la tradición cultural del país limitaba los frutos de la igualdad social, a la vez que la política estatal daba prioridad al desarrollo industrial por encima de la “cuestión de la mujer”. [Continúa en la parte inferior de la página]
Década tras década, las mujeres de la Unión Soviética superaron numerosas dificultades, que incluían circunstancias particulares del país, que desmentían la declaración oficial de que “la cuestión de la mujer” había sido tratada y resuelta para la década de los años 30 del siglo XX. Al final de la década de los años 20, por ejemplo, los activistas comunistas veían el papel de la mujer como el reemplazo de la clase obrera en Asia central, una región con muy pocos obreros [varones] industriales. Buscando consolidar una posición débil, los activistas desafiaron a la cultura islámica de esta zona movilizando a mujeres que estuvieran a favor de abolir el uso del velo, que ellos veían como un emblema de represión social y misoginia. La propaganda gráfica e impresa representaba a las mujeres como agricultoras increíblemente productivas, o como participantes activas en la industria metalúrgica, la aviación, el gobierno y otros ámbitos tradicionalmente masculinos; esta propaganda representaba una imagen idealizada del mundo, tal y como sería en el futuro, y no realmente cómo era en ese momento.
Hacia la mitad de la década de los años 30, las autoridades soviéticas habían cambiado de rumbo y comenzaban a promover ideas algo más conservadoras sobre las relaciones de género. En 1936, el gobierno prohibió el aborto por miedo a que índices de natalidad en descenso pudieran dañar el crecimiento económico y militar. Aunque el gobierno había prometido dar ayuda económica para la comida, la vivienda y el cuidado de los niños, este tipo de asistencia fue poco común. Entre 1941 y 1945, las terribles circunstancias vividas en la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial cambiaron drásticamente la vida de las mujeres. Desafiando el conservadurismo del final de los años 30, las mujeres trabajaron en fábricas en el frente doméstico y ocuparon puestos de liderazgo. En el ejército, las mujeres sirvieron no sólo como secretarias y enfermeras, sino también como pilotos de combate, francotiradoras, y en muchos otros puestos primera línea. Los años de la postguerra renovaron los papeles tradicionales de género, pero las mujeres recordaban una época distinta, a la vez que lidiaban con la escasez de hombres con los que poder casarse y trataban de sacar adelante a sus familias, afectadas por la dureza de la guerra.
Al final de la década de los años 40, emergieron nuevos patrones, que coexistieron con los tradicionales. Siendo una sociedad cada vez más urbana, la Unión Soviética se vio afectada por una escasez de mano de obra, lo que le empujó a buscar una mayor participación de la mujer en la fuerza laboral. El gobierno, de nuevo, creó comedores, lavanderías y cuidado infantil comunitarios para facilitar el trabajo asalariado fuera de la casa; a la hora de la verdad, pocas mujeres tenían acceso a estos servicios. Las mujeres tenían que compaginar sus trabajos con el cocinar y las labores domésticas, pero no podían disfrutar de electrodomésticos que les ayudaran a realizar estas tareas domésticas, ni tampoco de la ayuda de sus esposos, ya que la sociedad esperaba que los hombres no se ocuparan para nada de las labores del hogar. Hacia la mitad de la década de los años 50, un porcentaje mayor de mujeres soviéticas trabajaban en fábricas que en los países capitalistas. Dominaban en ámbitos laborales como la enseñanza, la medicina y en otras profesiones que no tenían un gran prestigio social.
En 1956, el gobierno volvió a legalizar el aborto por motivos de seguridad, aunque seguía insistiendo que este procedimiento podía ser peligroso para la salud de la mujer, la familia y la sociedad. Al ser el principal método anticonceptivo, el aborto no tuvo un gran estigma social. Debe señalarse que, en la sociedad soviética, apenas se hablaba sobre la mujer y su cuerpo, o sobre sexualidad. En 1987, por ejemplo, una mujer que se estaba dirigiendo a una audiencia internacional, declaró con la mayor seriedad del mundo, “Aquí no tenemos sexo”, es decir, que nadie hablaba de ello en público. En la década de los años 90, la restricción de hablar en público sobre sexualidad, o de mostrarla abiertamente, estaba desapareciendo, para escándalo de los ciudadanos soviéticos que habían crecido bajo un estricto código moral. Con el aumento de la libertad de expresión, y los cambios fundamentales en política y economía del final de los años 80 e inicios de los 90, los logros que la Unión Soviética había conseguido en educación y sanidad pública -los cuales habían ayudado mucho a las mujeres- comenzaron a derrumbarse. Cuando la Unión Soviética se disolvió, en 1991, las mujeres vieron como sus cambiaban rápidamente a medida que Rusia, y demás antiguos estados soviéticos, avanzaban hacia una era de independencia e incertidumbre sociopolítica.
Lecturas recomendadas y referencias
Atwood, Lynne. Creating the New Soviet Women: Women's Magazines as Engineers of Female Identity, 1922-53 (St. Martin's, 1999).
Natalia Baranskaia. "A Week Like Any Other Week," Massachusetts Review 15 (Autumn 1974), 657--703.
Victoria E. Bonnell. Iconography of Power: Soviet Political Posters under Lenin and Stalin (University of California Press, 1998).
Mary Buckley. Perestroika and Soviet Women (Cambridge University Press, 1992).
Wendy Goldman. Women, the State and Revolution: Soviet Family Policy and Social Life, 1917-1936 (Cambridge University Press, 1993).
Melanie Ilic, Susan E. Reid, and Lynne Attwood, eds. Women in the Khrushchev Era (New York: Palgrave Macmillan, 2004).
Marianne Kamp. The New Woman in Uzbekistan: Islam, Modernity, and Unveiling under Communism (University of Washington Press, 2006).
Douglas Northrop. Veiled Empire: Gender and Power in Stalinist Central Asia (Cornell University Press, 2003).
Elizabeth A. Wood. The Baba and the Comrade: Gender and Politics in Revolutionary Russia (Indiana University Press, 1997).