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Efemérides

La vida en la Unión Soviética ha sido descrita como sombría y gris. Aunque hay algo de verdad en esta percepción, la vida estaba salpicada con frecuentes celebraciones inyectadas con ideología y propaganda. En 1917, los bolcheviques intentaron vencer a la desesperación y la pobreza haciendo alarde de un gran fervor por la revolución y el compromiso del nuevo estado para transformar la sociedad. Por ejemplo, el primer Día de los Trabajadores se celebró el
1 de Mayo de 1918, y a partir de entonces, la Rusia soviética celebró esta festividad casi todos los años. Personalidades culturales bolcheviques participaron en desfiles, despliegues públicos y otras representaciones para impulsar ideas y símbolos revolucionarios, como el estandarte rojo y “La Internacional,” el himno internacional socialista. El aniversario de la Revolución de Octubre, que pasó a celebrarse el 7 de noviembre debido al cambio del Calendario Juliano al Calendario Gregoriano en 1918, era un acontecimiento emblemático hasta 1991, año en el que ninguna celebración oficial no tuvo lugar. [Continúa en la parte inferior de la página]

Tras la Revolución, hubo líderes que sostuvieron que el nuevo estado debía deshacerse de todas las efemérides, festividades y celebraciones del antiguo régimen. Otros proponían que deberían ser sustituidas por celebraciones alternativas de contenido socialista. Muchos de estos intentos, como el de reemplazar los bautizos cristianos por los “bautizos rojos”, enseguida cayeron en el olvido. Otras celebraciones lograron tener una larga vida. La Rusia soviética había desarticulado la Iglesia Ortodoxa rusa y había rechazado oficialmente todo tipo de manifestación religiosa y las festividades asociadas con ella. En 1917, por ejemplo, el matrimonio pasó de ser una ceremonia religiosa a ser un sencillo acto en el registro civil al que se fueron añadiendo una serie de ritos seculares según fue pasando el tiempo. Para la década de los años 30 del siglo XX, el aumento de la prosperidad hizo que resurgiera el árbol de navidad, aunque pasando por un cambio en su identidad ya que ahora comenzó a ser utilizado para celebrar el fin de año.

A partir de 1936, la Unión Soviética celebró su constitución, promulgada bajo Stalin, la cual fue aclamada como la “más democrática del mundo”. Aunque había sólo un candidato por cada escaño de cada organismo parlamentario, las elecciones a los consejos locales, regionales y sindicales, celebradas regularmente, sistematizaban distintos aspectos de la vida soviética. El partido y el gobierno vertían un gran número de recursos y propaganda para asegurarse de que la asistencia a las urnas era masiva.

En la década de los años 60, una nueva y muy importante efeméride entró en el calendario: el Día de la Victoria. Celebrada el 9 de mayo, este día conmemoraba los sacrificios durante la Segunda Guerra Mundial, rindiendo homenaje a los que lucharon en ella. Aunque durante los primeros años era una celebración sombría, el Día de la Victoria se fue transformando y llegó a ser una gran festividad distinguida por sus impresionantes desfiles militares. Junto con el Día Internacional del Trabajo el 1º de Mayo, el Día de la Victoria marcaba el inicio de la primavera, de manera muy similar a como el Día de Pascua para los cristianos. La celebración del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo resultó ser muy popular y se caracterizaba porque las mujeres recibían flores y otros pequeños regalos. A la vez, había una celebración de carácter principalmente masculino, el 23 de febrero, cuando se conmemoraba la creación del Ejército Rojo. Asimismo, había días especiales en los que se rendía homenaje a una cierta profesión o institución. Aunque estos días festivos oficiales no eran días en los que no había que ir al trabajo, sí eran días especiales de celebración para aquellos que pertenecían a una determinada industria o un cierto sector de las fuerzas armadas: el día de los cosmonautas se celebraba el 12 de abril, el aniversario del primer vuelo en el espacio de Yuri Gagarin, mientras que los paracaidistas, tanto activos como retirados, disfrutaban de su día el 2 de agosto.

Además de efemérides anuales y semestrales, en la Unión Soviética tenían lugar distintos acontecimientos que marcaban la vida de la gente, cuando se aprovechaba a inundarles con campañas de propaganda. Los congresos del Partido Comunista requerían, lógicamente, toda la atención de los miembros del partido, pero también tenían una gran influencia en la vida de los ciudadanos. Celebrados anualmente durante la década de los años 20 del siglo XX, su frecuencia disminuyó durante el mandato de Stalin, el cual permitió incluso un intervalo de trece años entre 1939 y 1952, antes de convocar un nuevo congreso. Sus sucesores los celebraron a intervalos regulares, aproximadamente cada cuatro años. Campañas en los medios de comunicación informaban al público de las nuevas iniciativas del partido que se anunciaban en el congreso, animando a los ciudadanos a cumplir y a sobrepasar los objetivos que debían alcanzar en su lugar de trabajo “en honor a” el congreso o la efeméride que iba a tener lugar.

La Unión Soviética organizaba, de manera irregular, acontecimientos culturales o artísticos. Los festivales de cine atraían la atención de observadores internacionales y visibilidad mundial para los cineastas soviéticos. El Festival Mundial de la Juventud de 1957 trajo a una gran cantidad de jóvenes desde numerosos rincones del mundo, incluso desde Estados Unidos, para participar en un acontecimiento de intercambio cultural que propició también intercambios de cultura popular y relaciones románticas. Las grandes efemérides de un solo día permanecían en la mente de los que en ellas participaban. En 1937, la Unión Soviética celebró con gran fausto el centenario de la trágica muerte del poeta ruso Alexander Pushkin. Esta conmemoración elevó la ya profunda reverencia al poeta a una adoración de culto. En la era de la postguerra, la Unión Soviética comenzó a participar en competiciones deportivas internacionales por primera vez. A pesar de haber tenido una actitud escéptica hacia las competiciones deportivas organizadas a nivel internacional, la Unión Soviética decidió participar en los Juegos Olímpicos de 1952 para demostrar, en parte, que el comunismo podía competir con sus adversarios capitalistas en su propio terreno. Estas Olimpiadas resultaron ser un gran éxito para los deportistas soviéticos, los cuales entrenaban como deportistas profesionales en una época en la que los Juegos Olímpicos estresaba su espíritu amateur. El hecho de que trajeran a casa una gran cantidad de medallas olímpicas, trasladó la Guerra Fría al mundo del deporte. Para los líderes soviéticos, la celebración de los Juegos Olímpicos en Moscú en 1980 suponía un logro histórico, designado para demostrar el desarrollo pacífico y la superioridad del deporte soviético. Pero éstos líderes acabaron sufriendo cuando la protesta de Estados Unidos contra la intervención de la Unión Soviética en Afganistán llevó a un boicot que redujo el número de países participantes de 120 a 81.

Lecturas recomendadas y referencias

Malte Rolf, Soviet Mass Festivals: 1917-1991. (University of Pittsburgh Press, 2013).  

Jeffrey Brooks, Thank You, Comrade Stalin! Soviet Public Culture from Revolution to Cold War (Princeton University Press, 2000).

Choi Chatterjee, Celebrating Women:Gender, Festival Culture, and Bolshevik Ideology, 1910--1939 (University of Pittsburgh Press, 2002).

Karen Petrone, Life Has Become More Joyous, Comrades: Celebrations in the Time of Stalin (Indiana University Press, 2000).

Richard Stites, Russian Popular Culture: Entertainment and Society since 1900  (Cambridge University Press, 1992).

Richard Stites, Revolutionary Dreams: Utopian Vision and Experimental Life in the Russian Revolution
(Oxford University Press, 1989).